El Gobierno de Quintana Roo anunció su incorporación al Plan Nacional del Maíz, impulsado por el gobierno de México.
Otra vez, el campo vuelve a los discursos oficiales como prioridad nacional. Otra vez, el maíz se presenta como el símbolo de soberanía alimentaria.
En Emiliano Zapata, municipio de Felipe Carrillo Puerto, el secretario de Desarrollo Agropecuario, Jorge Aguilar Osorio, dijo que este es un esfuerzo conjunto entre Federación, Estado y municipios, respaldado por la presidenta Claudia Sheinbaum.
Aseguró que el gobierno de Mara Lezama trabaja con puertas abiertas y cercano al territorio, como dicta el Nuevo Acuerdo por el Bienestar.
Pero más allá del discurso, en Quintana Roo siguen pendientes los temas de siempre: crédito real, acceso a insumos, acompañamiento técnico, precios justos. Eso que durante años se ha prometido, pero que rara vez aterriza donde se necesita.
El plan presentado incluye modelos como el 3C+D (cantidad, calidad, cumplimiento y diversificación), el crédito Cosechando Soberanía, y las llamadas Escuelas de Campo.
También participan instituciones como el Instituto Nacional de Investigaciones Forestales, Agrícolas y Pecuarias (INIFAP), el Centro Internacional de Mejoramiento de Maíz y Trigo (CIMMYT), el Fideicomiso Instituido en Relación con la Agricultura (FIRA), así como empresas tecnológicas, casas de semillas y representantes del sector académico y financiero.
Para un de los sectores, más olvidados: el campesino, se habla de soberanía alimentaria, pero el país sigue importando millones de toneladas de maíz cada año.
El Plan Nacional del Maíz habla de acompañamiento pero, a consideración de los campesinos, los programas apenas llegan a una parte mínima del padrón de productores.
¿Habrá resultados esta vez? esa es la esperanza para los productores rurales de Quintana Roo, sobre todo del municipio de Felipe Carrillo Puerto, donde siguen sembrando con lo mínimo, vendiendo a lo que le paguen y dependiendo, año con año, del clima y la suerte