En política, los procesos internos suelen ser más peligrosos que una elección general y Movimiento Ciudadano en Quintana Roo está a punto de comprobarlo.
Faltan tres meses para renovar la dirigencia estatal y la convocatoria sigue sin aparecer.
La percepción en ciertos grupos es que José Luis Pech Várguez no quiere soltar la coordinación estatal.
No es la primera vez que el control absoluto genera incomodidad. Durante la elección pasada, su mano se notó al intentar acaparar espacios en planillas, una decisión que dejó cicatrices.
Hoy, esas heridas pueden reabrirse. Al interior del partido, ya se perfilan nombres dispuestos a disputar el mando:
Lidia Rojas Fabro, actual coordinadora de mujeres y ex candidata a la presidencia municipal de Othón P. Blanco, y Jorge Portilla Mánica, de Vinculación Política y Social, ex candidato en Tulum.
Ambos representan corrientes con respaldo y aspiraciones reales.
Movimiento Ciudadano no llega débil a esta cita.
En 2024 se consolidó como tercera fuerza política en el estado, sumando incluso cuadros provenientes del PRD gracias a un desempeño electoral que sorprendió a propios y extraños.
Eso lo coloca como un actor con posibilidades reales de competir contra Morena y aliados en 2027.
Pero el reto no está en las urnas, al menos por ahora.
La verdadera prueba es atravesar su proceso interno sin que las ambiciones deriven en rupturas. Un partido fracturado difícilmente podrá sostener el ritmo de crecimiento que ha mostrado.
Movimiento Ciudadano debe decidir si quiere llegar a 2027 como un bloque sólido o como una suma de grupos enfrentados.
La respuesta dependerá de cómo la actual dirigencia se maneje en las próximas semanas.